La Hermandad de la Oración del Huerto de Jerez tiene como título el de la “Ilustre Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y hermandad de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto, María Santísima de la Confortación y San Vicente Ferrer”. De sus advocaciones, la de Jesús Orando en el Huerto es la más reciente, siendo de los años cuarenta del siglo pasado, cuando se refundó la antigua Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús, con su origen en el siglo XVI. El conjunto escultórico de Jesús Orando en el Huerto es de Juan Luis Vasallo Parodi, de 1943, y es de una belleza y expresividad clásicas, pero el resto de las advocaciones que se citan en el título de la hermandad tienen un reflejo en esculturas barrocas que enriquecen el patrimonio artístico de la hermandad. Así son las imágenes del Dulce Nombre de Jesús, la de San Vicente Ferrer penitente y la de María Santísima de la Confortación acompañada de su ángel Confortador; todas son esculturas del siglo XVIII, pudiendo ser un caso singular en Jerez de simbiosis del arte de nuestra ciudad en ese siglo. No hay certezas acerca de la autoría de estas imágenes, y según algunas atribuciones realizadas, pudieran tratarse de obras de autores renombrados en Jerez a lo largo del siglo XVIII: el San Vicente Ferrer de Francisco Camacho, El Dulce Nombre de Jesús de Jácome Vácaro y el conjunto formado por la Virgen de la Confortación y su ángel de Diego Roldán, en cualquier caso se trata de autorías hipotéticas.
Pero en este artículo, nos centramos en la imagen de María Santísima de la Confortación y Gabriel, su ángel confortador, las cuales, ambas esculturas, hemos restaurado entre los años 2018 y 2021. La advocación de María Santísima de la Confortación es un nombre singular, y su salida procesional recrea una escena de María acompañada y reconfortada por un ángel que no tiene refrendo en los relatos que hacen los evangelios (por supuesto no en los canónicos pero tampoco exactamente en los apócrifos) en relación a la Pasión de Cristo. Sin embargo, su título de Virgen de la Confortación, tiene gran significado para la piedad popular, pues recrea la idea de que María sufrió una pasión paralela a la de su Hijo, asistido por Egudiel, su ángel confortador en el huerto de Getsemaní, e imaginando que Ella también fue reconfortada como lo fue Jesús.
Esta pasión de María se significa en los Dolores de la Virgen, algunos de ellos son presentimientos de la pasión, y los preceden, pero otros son episodios de la propia pasión de Jesús, los cuales presenció su Madre. Es un culto en el fondo muy dominico, pues esta serie de los Dolores de la Virgen tiene su refrendo en los Misterios Dolorosos del rezo del Rosario (La Oración en el Huerto de Jesús, La Flagelación del Señor, la Coronación de espinas, Jesucristo con la Cruz a cuestas, la Muerte en la Cruz del Señor), rezo y culto que la orden de Predicadores enarbola como seña de identidad, precisamente como la del Dulce Nombre de Jesús, cuya advocación acompaña en el título de esta hermandad, dando culto a una bella imagen escultórica que da nombre a su capilla del Dulce Nombre de Jesús en la iglesia del convento dominico de Jerez de la Frontera.
Los dolores de la Virgen se fijaron en siete, aunque empezaron siendo cinco (de la cual la Piedad era la Quinta Angustia), pero llegaron a ser, por ejemplo, hasta ciento cincuenta dolores; todo dependía de la capacidad ilustrativa e imaginativa del fraile que las alumbrara.
Estos dolores solían ir emparejados con los gozos: cinco dolores, cinco gozos, siete dolores, siete gozos. Siempre una idea de correlación entre los gozos y los dolores, entre el Hijo y la Madre, y de cierta manera ello es lo que podemos observar en el culto a María Santísima de la Confortación. La piedad medieval hacía uso de esta herramienta, pues era muy didáctica y servía como recurso ejemplarizante para los nuevos conversos judíos con los que compartíamos el Antiguo Testamento. Se dio en llamar en los tratados typo y antitypo donde las historias sagradas del Antiguo Testamento se ponían en relación con las del Nuevo Testamento: por ejemplo, las profecías acerca del Mesías con el Nacimiento de Jesús, el pecado de Adán y la expulsión del Paraíso con la Redención, la debilidad de Eva ante la serpiente frente a la victoria de la Mulier amicte sole (“Mujer vestida de sol”) del Apocalipsis que reinterpretaba a María como la nueva Eva, Inmaculada, vencedora de la bestia. Incluso, el palíndromo en castellano entre Eva, la primera mujer, y Ave, como salutación mariana, fue un recurso literario en las mismas cantigas de Alfonso X (siglo XIII), profundizando en este recurso de typo y antitypo, siendo una traducción al castellano actual, por ejemplo, estos fragmentos:
Entre Ave y Eva
gran diferencia hay.
Porque Eva nos sacó
del Paraíso y de Dios,
y Ave nos metió,
por eso, amigos míos,
Entre Ave y Eva
gran diferencia hay.
(…)
Eva nos cerró
los cielos sin llaves
y María abrió
las puertas con Ave.
Entre Ave y Eva
gran diferencia hay.
Por ello, en esta idea de tipos y anti-tipos, la idea de un correlato entre la Pasión de Jesucristo y la de María no es extraordinaria y fue muy recurrida por su riqueza narrativa y piadosa. Esta inspiración ilustró por ejemplo el Stabat mater atribuido a Jacopone da Todi en el siglo XIII, donde se describe la humanidad doliente y lacrimosa de María frente a la Pasión y Muerte de Jesús.
San Efrén de Siria (siglo IV) escribió unas oraciones inspiradas en el formato del libro Lamentaciones del Antiguo Testamento. En una de ellas encontramos un refrendo literario para la escena que vemos recreada en este conjunto que hemos restaurado de María Santísima de la Confortación acompañada por el ángel Confortador, y que la Hermandad de la Oración en el Huerto saca a las calles de Jerez en su paso de palio:
“¡Oh, Gabriel! ¿dónde está ahora el ‘Ave’ encantador con que tú, mensajero, me saludaste? ¿dónde están las alegrías que me prometiste, de ser bendita entre las mujeres? ¡Ay Simeón, mira, ahí está la espada que atraviesa mi corazón!”.
San Efrén escribió esta oración, y la hizo efectivamente al modo de lamentación de la Virgen, recreando una escena, imaginada, donde Ella reclamaba explicación a tanto dolor que sufría. Convoca a su ángel anunciador, a Gabriel, pero ahora necesita de él, en realidad, su compasión, su conmoción, su confortación, y lo que la Hermandad de la Oración en Huerto quizás exhibe, es una materialización de esta escena. Todos querríamos sentirnos así de reconfortados, como vemos en esta escena de María Santísima de la Confortación, porque todos entendemos ese humano dolor hacia un hijo.
Así visto, en esta escena se nos recrea otro capítulo de los descritos correlatos. Encontramos a dos personajes, a María y frente a Ella a Gabriel; esta escena ya la conocemos, es la Anunciación o Encarnación (el primero de los Misterios Gozosos del Rosario) y al que hace referencia la oración de San Efrén citada antes, pero ahora la releemos como Confortación (paralelo a la Confortación de Jesús en Getsemaní orando en el huerto, por cierto, otro de los primeros misterios del Rosario, el primero de los Misterios Dolorosos, y que procesiona con la hermandad). Más aún profundizamos en esta idea de los correlatos cuando sabemos que esta imagen fue concebida originalmente como una dolorosa con la advocación de María de la Concepción, jugando por lo tanto entre los gozos y los dolores de María, pues con el mismo nombre de Concepción se puede significar su Encarnación, también acompañada del arcángel Gabriel, pero se representa ahora, sin embargo, su Confortación. En este correlato, María sufre una pasión como la de su Hijo, y Gabriel, por lo tanto, es el correlato de Egudiel, el ángel de Dios que conforta a Jesucristo en el huerto de Getsemaní.
Además de la Anunciación, hay otra escena en la que podemos ver a María junto a Gabriel, y es, según cuenta el evangelio apócrifo de san Juan Evangelista, el Teólogo, como un episodio de la Dormición y la Asunción de María. En ese relato se dice como estando Ella orando, se le apareció el arcángel Gabriel, y le dijo:
“Dios te salve, ¡oh madre de Cristo nuestro Dios!, tu oración (…) ha sido escuchada. Por lo cual abandonarás el mundo de aquí a poco y partirás, según tu petición, hacia las mansiones celestiales, al lado de tu Hijo, para vivir la vida auténtica y perenne” (cap. III).
Para terminar, otra consideración al respecto de la imagen de María acompañada. Lo frecuente es el modelo iconográfico de María acompañada de san Juan, que, como episodio de la Pasión de Cristo, aparece a los pies de la Cruz junto a María, reinterpretando y transformando el motivo alegórico y teológico de la déesis bizantina oriental, en un asunto narrativo y piadoso del arte europeo occidental. Sin embargo, en la iconografía cofrade de los pasos de palio, cuando María aparece acompañada, lo está junto a san Juan Evangelista en otro momento narrativo: como representación del encuentro de María con Jesucristo en la calle de la Amargura, donde Juan acompaña a la Madre para indicarle dónde está su Hijo. De este modo lo recoge el episodio apócrifo que se puede leer en las Actas de Pilato, en su versión conocida como Recesión B:
«Juan al principio iba siguiendo el triste cortejo, pero luego se fue corriendo a toda prisa a dar cuenta a la Virgen de lo que pasaba, pues se encontraba ignorante de ello. Al oír la Virgen el relato, quedó transida de dolor y se fue enseguida, acompañada de Juan y por Marta, María Magdalena y Salomé, a la calle de la amargura. Al ver la comitiva, preguntó a Juan cuál era su hijo. Él se lo señaló, diciéndole que era el que llevaba la corona de espinas y las manos atadas. La Virgen, que divisó a Jesús, cayó desmayada hacia atrás y estuvo bastante tiempo en el suelo. Cuando se reanimó, comenzó a prorrumpir una serie de estremecedoras exclamaciones y a golpear su pecho. Los judíos, al ver este espectáculo, quisieron alejarla; pero María permaneció firme junto a su hijo«.
De este modo, comprendemos que la representación de María con Gabriel en relación a su confortación como asunto pasionista, es sencillamente único, pero, además, la calidad artística del conjunto escultórico que la Hermandad de la Oración en el Huerto de Jerez da culto en su capilla y saca a la calle bajo su paso de palio los jueves santo, lo convierte en un conjunto singular y extraordinario.
Acerca de la autoría del conjunto, puedes consultar en este apartado de nuestro sitio web:
Y para ver otras fotografías de estas imágenes: