EL MONUMENTO A MORET Y SU LUGAR EN LA HISTORIA
El monumento a Segismundo Moret de Cádiz es obra del escultor Agustín Querol, el cual fallece en diciembre de 1909, un mes antes de la inauguración de este monumento en homenaje al hijo predilecto de Cádiz, don Segismundo Moret y Predergast, nacido en Cádiz en 1838 y fallecido en Madrid en 1913. Moret, fue elegido por primera vez diputado en 1883, y formó parte del Consejo de Ministros en numerosos gobiernos de Sagasta, durante la regencia de María Cristina en la minoría de edad de Alfonso XIII, a finales del siglo XIX y principios del XX. Pero don Segismundo Moret, llegó a ser presidente del gobierno entre 1905 y 1906, ya en el reinado de Alfonso XIII, incluso presidente del Congreso de los Diputados, hasta su fallecimiento en 1913.
El monumento fue construido por suscripción popular y levantado por el Ayuntamiento de Cádiz en la plaza de San Juan de Dios. Fue inaugurado un 28 de noviembre de 1909, y se levantó frente al “muelle de Cádiz”, donde se estaba La Puerta del Mar de la muralla. Esta muralla se demolió en 1906 a petición del pueblo de Cádiz, y de su alcalde don Cayetano del Toro, siendo promovida por don Segismundo Moret desde instituciones nacionales. De este modo, cuentan las crónicas de la época, que la piedra inaugural del monumento a Moret, fue una de las piedras de la demolida muralla de Cádiz, en reconocimiento por haber tomado en consideración la petición de su ciudad por demoler las murallas y permitir su mayor desarrollo urbanístico y económico. Se cuenta en las crónicas de la época, que, en 1912, en ocasión de los actos conmemorativos del centenario de las Cortes de Cádiz, don Segismundo paró a contemplar el monumento construido en su honor, acompañado de una gran ovación popular de apoyo a su persona.
Sin embargo, el monumento ha sufrido un rosario de traslados para, finalmente, volver casi a su lugar original de ubicación en la plaza de San Juan de Dios. En 1954, fue trasladado por primera vez para disponerlo frente a la Fábrica de Tabacos, donde estaría pocos años, ya que, en 1960, se reubicó de nuevo frente al edificio cercano de la Aduana. Sin embargo, diferentes planes urbanísticos, determinaron, para el 2012, con el bicentenario de las Cortes, su reubicación en la plaza de San Juan de Dios, que era su emplazamiento inicial, aunque algo más metido hacia el interior de la plaza.
La firma del autor aparece a los pies de la escultura, en su pedestal de bronce. En ella se puede leer, en letras incisas en el bronce y cursivas, “A. Querol”, en apelación al nombre del autor: Agustín Querol. A la vez, otro dato de interés es el taller de fundidores que realizó esta obra en bronce, el cual dejó su firma en una placa adjunta al lateral izquierdo del mismo pedestal de la escultura de Moret, donde dice “LA METALOPLÁSTICA / CAMPINS Y CODINA / MADRID”.
FORMA Y SIGNIFICADO EN EL MONUMENTO A MORET: ESTILO E ICONOGRAFÍA
El monumento se compone en esencia de tres partes: unas gradas escalonadas de arranque, un pilar sobre basamento cuadrangular de mármol sobre el que se alza unos relieves en bronce con figuras femeninas alegóricas, cerrándose este pilar con una cornisa de volumetría cúbica que sirve de apoyo a la escultura de bulto redondo de Segismundo Moret que cierra el conjunto.
En referencia a su programa y elementos iconográficos, son de destacar las cartelas que presenta, así como el relieve en bronce y la misma escultura de Moret. En el basamento se lee en una gran placa, y en su cara principal, “CÁDIZ A MORET”, escrito en letras capitales realizadas en bronce y dispuestas sobre el bloque de mármol. En el lado trasero, se documenta y fecha el monumento, citando ciertas circunstancias históricas de interés:
ESTE MONUMENTO FUE ERIGIDO POR SUSCRIPCION POPULAR / INICIADA POR EL EXCELENTISIMO AYUNTAMIENTO / A PROPUESTA DE SU ALCALDE PRESIDENTE / EXCMO. E ILMO. SR. DON CAYETANO DEL TORO Y QUARTIELLERS / AÑO 1906
En la cornisa del pilar, se describen cuatro valores, que reparan en cuatro cualidades o rasgos que singularizaron al personaje: PATRIOTISMO / LIBERTAD / ELOCUENCIA / LEALTAD”. Estos valores pueden relacionarse con las cuatro figuras femeninas que se disponen en los relieves en bronce inferiores, cada una de ellas una alegoría escultórica que pueden ser identificadas gracias a ciertos elementos iconográficos que portan.
De este modo, en el frente del monumento, en el cuerpo del relieve, aparecen sendas figuras femeninas, sedentes, las cuales simbolizan, una, la elocuencia, y, la otra, el buen gobierno. La primera figura femenina, sentada a la izquierda, extiende su brazo derecho de donde cuelga una guirnalda de flores que le rodea su cuerpo y porta en abundancia en su brazo izquierdo sobre su pierna. Las flores son la forma de la elocuencia, la expresión de la retórica, la metáfora de las buenas y acertadas palabras, que visten de flores los pensamientos profundos. A sus pies, significando esta idea, aparecen libros en cuyos lomos se puede leer “DEMOSTENES” y “CICERON”, maestros de la retórica y de la política de la Grecia y la Roma clásicas. Junto a ella, otra figura señala con su dedo índice derecho un libro abierto sobre sus piernas donde se lee “TRATADOS”, de modo que dichos acuerdos son fruto del buen gobierno y dando como fruto una convivencia en paz.
En el frente trasero, aparece otra figura femenina, otra alegoría, ésta alada: la Fama. Esta figura, como las otras anteriores, aparece también sedente, y porta un libro abierto en cuya tapa se lee su título y explica su contenido: “HISTORIA”. Sobre este libro, la diosa romana, escribe con pluma los hechos destacables que el buen gobierno de don Segismundo Moret aporta a la historia de España. Su trompeta aparece a sus pies, silenciada, cayada, tal vez significando que ahora no proclama falsedades ni estridentes rumores, sino que se ciñe a escribir, no a vocear, en los anales de la Historia, solo la verdad.
La última figura es la más bella, la más elegante y lánguida de todas las alegorías descritas anteriormente. Todas ellas aparecen coronadas por cintas de flores, pero en esta cuarta alegoría, su cinta es la más destacada, la más ampulosa: una corona con amplias hojas de parra. Y esto es así porque ella parece significar, a la vez, la abundancia y la victoria. En su mano izquierda, que adelanta con su brazo, porta una granada abierta, la cual simboliza, con su cuantioso fruto, la infinita fertilidad y abundancia que genera la buena acción del gobierno, y de este modo, portando en su otra mano, lánguida y alicaída, una corona de laurel, símbolo de la victoria, nos indica que esa abundancia es la victoria del buen gobernante: el fruto de su acción política. Se trata de una figura femenina que se alza sobre formas vegetales, vestida con paños mojados donde la trama de su vestido se mimetiza con la de las ramas y hojas al modo de una Dafne que se transformara en un árbol de laurel.
Un pebetero ceremonial, humeante y sagrado, se dispone en el ángulo derecho delantero del relieve, lo que nos traslada a un espacio etéreo y alegórico, casi olímpico, ideal, donde la fama sólo se alcanza con la retórica sincera, no sofista ni engañosa, de aquellos que aspiran a escribir en la Historia no sus nombres, sino sus buenas acciones, buscando la victoria y la paz con tratados y acuerdos, los cuales conceden la abundancia, que es el fruto de la paz para los pueblos que gobiernan.
Remata el conjunto la escultura, valiente y atrevida en su factura y composición, de Moret levantado de su escaño de diputado, que, dejándolo tras de sí, mira con brazos cruzados al frente, impulsado como la quilla de una nave, con el ímpetu y fuerzas que le reconocían sus conciudadanos gaditanos. Su actitud es de firmeza y aplomo, y la estampa de su figura, que se adelanta con paso firme hacia el mar al que mira, es una metáfora de la misma ciudad de Cádiz, y nos recuerda el ímpetu dinámico y fluido de la Victoria Alada de Samotracia, simbolizando, como aquélla, la punta de avance, la vanguardia de una nave, la Gaditana, que se abre camino por el mar.
Los relieves en bronce, muestran un estilo de factura suelta, de modelado ágil, de composición fluida y líquida, donde destacan los elementos vegetales y florales, en tramas ramificadas, de aires modernistas y tardorrománticos, con formas anatómicas lánguidas, con vestidos de paños mojados que se desintegran en la trama vegetal de los fondos. La figura de Moret también está realizada con un modelado nervioso, de factura abocetada, pero él aparece como un retrato, con el aplomo de la Historia, sin alegorías.
Este tratamiento nervioso y abocetado del bronce, contrasta con las carnaciones de las alegorías femeninas. Los fondos vegetales y florales son de una gran frescura técnica, y muestran esa labor vibrante del escultor, más empeñado en construir que en acabar académicamente las formas del modelado. Pero eso contrasta con las carnaciones de las alegorías femeninas, acabadas de modo académico, clásico, de modelado fino, de trabajo manoseado, de formas tersas, por lo que se crea un contraste entre ambas texturas, generando unos matices plásticos de gran interés estético. Así se logra destacar las carnaciones de las alegorías frente al resto de elementos que aparecen como una trama vibrante y envolvente sobre las figuras.
En el escaño del diputado, que la figura de Moret deja tras de sí, aporta Querol un rasgo de modernidad al deshacer el escaño en una masa informe, irregular, de materia escultórica de la que emerge el sillón, y por ende la figura de Moret. Tras de él, solo queda desorden y caos, materia que no alcanza la categoría de forma, y que es el impulso dialéctico de Moret el que despega al personaje, real e idealizado, de la masa amorfa de una materia bruta; tal vez lo signifique como un político que destaca y sobresale de la mediocridad generalizada y caótica, la cual queda tras él.
A nivel estilístico, de composición y formal, es de destacar también, el forzado contraste que se establece en la obra al oponer el efecto cúbico de la labra de la piedra, contundente en sus formas, pesada en su volumetría, dispuesta en el pedestal, con criterios tectónicos, de soporte y cimentación del conjunto, frente al carácter etéreo y airoso en los relieves de bronce, donde pierde esta cualidad arquitectónica, y significa un elemento de inestabilidad composicional para la cornisa del pilar, donde se recuperan las formas robustas y tectónicamente funcionales del pedestal. Es éste un rasgo de heterodoxia compositiva, que incorpora valores plásticos y escultóricos al conjunto, enriqueciendo lo que podría terminar siendo un simple fuste historiado, tránsito hacia su propio capitel. La figura de Moret que cierra el conjunto, recupera de nuevo esta sensibilidad plástica del relieve, significando con ello una secuencia, alternada, de piedra-bronce-piedra-bronce, que estéticamente resulta como tectónico-plástico-tectónico-plástico, donde se enfrentan y alternan lo arquitectónico y lo escultórico.
Si quieres consultar acerca del estado inicial de conservación del monumento, puedes visitar este sitio de nuestra página web:
https://www.arsnovarestauraciones.es/monumento-a-segismundo-moret-agustin-querol-1909-cadiz/